La semana pasada tuvo lugar en la ciudad de Londres el reconocido Chelsea Flower Show, considerado a nivel global el evento más relevante e influyente del sector de la jardinería.
La afluencia de público, tanto de profesionales como de aficionados, es masiva y las entradas se agotan meses antes del inicio de esta importante feria. Este hecho además de evidenciar el prestigio del evento, es también un reflejo de la relevancia y tradición que tiene la jardinería en este país.
Uno de los atractivos más destacados de la feria es el concurso de jardines, que se divide en tres categorías, Show Gardens, Fresh Gardens y Artisan Gardens, de mayor a menor dimensiones y asignación presupuestaria, pero no por ello de inferior calidad e interés, dentro de las posibilidades de cada categoría se podía disfrutar de propuestas muy interesantes en todas ellas. Sobre ellos hablaremos próximamente, pero si os avanzamos el jardín premiado con el Best in Show, The Laurent-Perrier Garden, realizado por Luciano Giubbilei, el gran ganador del certamen.
Además de esta parte más espectacular de la competición de jardines también hay que destacar la exposición de flores y plantas de todo tipo realizada por algunos viveros: presentación de nuevos cultivares de plantas, bonsáis con más de 100 años de vida, epífitas, carnívoras y otras especies singulares.
En el recinto también se encontraban númerosos stands con todo tipo de artículos para el jardín, desde pequeños invernaderos para jardines privados hasta todo tipo de complementos para la jardinería. Estos y otros expositores también participaban en su propio concurso por el mejor stand de la feria, que en la presente edición contaba con más de 500 expositores.
En este sentido quizás una de las cosas que más llamaba la atención era la calidad de muchos de los stands, que habiendo contado con la colaboración de algunos diseñadores, a primera vista y dada la distribución del espacio, costaba saber si se trataba de un stand o de un jardín de exhibición.
Por último destacar también la presencia de muchas plantas mediterráneas, sobre todo de especies originarias de Sudáfrica, donde las Proteas por su espectacularidad eran las protagonistas, pero también se podían encontrar numerosas especies tanto de arbustivas como de gramíneas, muchas de las cuales forman parte del catálogo de Sala Graupera, como la Phyllica ericoides o el Coleonema pulchellum y Proteas como los Leucadendron y el Leucospermum.