Definir los criterios de mantenimiento requiere un gran esfuerzo de planificación, además de conocimientos técnicos, experiencia y una importante dosis de imaginación para pensar como podrá evolucionar el espacio en el futuro. Pero no por esto se puede infravalorar la importancia de este aspecto al afrontar el inicio de un nuevo proyecto.
En este sentido, también hay que tener en cuenta una situación que, lamentablemente, es común que suceda. En los casos en los que se debaten las soluciones del proyecto y entran en juego los aspectos formales y de diseño frente a otros aspectos de carácter más práctico como la conservación posterior del lugar, es habitual que los conocimientos de profesionales con una basta experiencia en la conservación de espacios verdes sea infravalorada o ignorada. Y si un diseño inadecuado en sentido práctico, se combina con la falta de planificación y la escasa dotación de recursos para el mantenimiento, implicará el fracaso de este espacio a medio plazo.
A pesar de lo comentado anteriormente, cuando se habla con un cliente sobre cual sería el mantenimiento necesario para conservar correctamente un jardín suele aparecer en la conversación una cierta aversión. Se puede entender que el necesitar, en mayor o menor media, los servicios de un jardinero, con la dedicación que el espacio requiera se ha convertido en un gasto nada desdeñable que, a priori, ni los propietarios más solventes están por la labor de asumir en el grado que se consideraría ya no óptimo sino necesario o imprescindible.
Por esto es muy necesario que los profesionales reivindiquen y conciencien a sus clientes sobre este tema, con los beneficios y el valor que le aporta al lugar.
En nuestro país, donde por el tipo de ciudades en las que vivimos, la proporción de gente que opta por tener una vivienda con jardín es relativamente pequeña, llama la atención que, normalmente, por delante de disponer de un lugar agradable y bello, de la revalorización de la vivienda, de las oportunidades que ofrece un espacio exterior en la vivienda y un largo etc., la preocupación principal a la hora de concebir este espacio, es que el mantenimiento sea mínimo. Cuando los proyectos de paisajismo que han sido concebidos para conseguir un espacio con un mínimo mantenimiento como única meta, son espacios que no se caracterizan ni por su belleza, ni por su dinamismo y que a la larga acaban resultando uniformes y aburridos.
Con estos precedentes cabría plantearse seriamente la reivindicación de la jardinería y principalmente de la figura del jardinero como un profesional cualificado y competente, capaz de conservar, potenciar y poner en valor un espacio verde. Así como los diseñadores tienen que insistir en que el mantenimiento es la mejor manera de conservar y rentabilizar la inversión que ha realizado el cliente en su jardín.
Para terminar, hacer hincapié en la selección de las especies. Las plantas adaptadas al medio y cultivadas en el vivero en unas condiciones similares a las que se encontrarán después una vez ubicadas en su emplazamiento definitivo suponen otro elemento clave en este aspecto. Estas serán plantas que tendrán una fácil y rápida adaptación en el jardín y un manejo sencillo y poco costoso, sin por ello tener que renunciar a una amplia variedad de especies con un alto valor ornamental.